Comprobé una vez más la importancia de estar rodeados de personas que te amen, te valoren, te conozcan. Si, te conozcan realmente, con tus distintas tonalidades: blancos, grises, negros, rojos, azules y verdes. Porque cuando crees que el cielo se desploma y la tierra se divide en dos pedazos estando tú justo en el quiebre, son esas personas que con una palabra, una frase, una mirada o una caricia, hasta con un aliento! te halan por un brazo y te rescatan del cielo desplomado y la tierra dividida; te dibujan un cielo más hermoso (el que realmente debes ver, el que te regala el Universo), te plantan flores en las heridas de la tierra, y te recuerdan que somos humanos, caóticos por naturaleza, sensibles a la entropía, y que aún así, todo pasa. Te ponen un espejo enfrente para que poco a poco te vayas asomando en la medida que tu coraje y sinceridad te lo permitan, para que te observes de a poquito a poco, al fin, tal cual eres.
En mi caso, me he pintado de colores que no son, no importan las razones en este momento, y son las personas que me aman, un recuerdo de mi esencia... son mi espejo al final del túnel.
A partir de mi reflejo, si importarán las razones... porque son esas razones, las cenizas del ayer, y el fuego del mañana.
Todo pasa...
D.C.
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