domingo, 7 de julio de 2013

Teorema 1



El placer existe y cuando compruebo ese teorema es divino. 

La naturaleza es divina.

GM

Atada


 Tengo la sensación de estar desnudándome un poco después de estar atada mucho tiempo. 

 Estoy soltando las correas de mi prisión, 
 arañando la tela de esta camisa, 
 viendo paulatina y aceleradamente luces y colores con los ojos aún legañosos   por la clausura precaria, 
 mientras todo mi cuerpo expresa con sus olas sin cesar que quiere salir ahora. 

Mis brazos forcejean súbitamente por el despertar del letargo, 
siento la presión de mis dedos al resistirse al amarre, 
las venas se hacen notar con la dureza de mi temple. 

Mi voracidad se hace sentir en mi garganta mientras vocifero bramidos de desesperación y hambre de libertad, 
mientras mis piernas patean el suelo solitario y oscuro, 
y rompo a mi velocidad el amarre en el que me encuentro. 

Me suelto. Me libero. Corro, salto, me caigo, me levanto, vuelvo a correr. 

Me detengo y respiro mis fuerzas, mis deseos y ansias, huelo la pureza de mi esencia, sin tabúes, salvaje, consciente, herida y remendada, amada y odiada, temida y alabada, marchita y viva, vilipendiada y bondadosa, dura y suave, cálida y fría, humana.

Observo, me observo y comienzo a caminar a mi ritmo. 


GM



La nostalgia


La nostalgia es una emoción dulce y agria al mismo tiempo, como lo son muchísimas otras cosas que existen, que tiene más de un significado a la vez. 

La nostalgia nos permite lamentar y agradecer. 

Lamentamos la dicha gozada en algún momento; el vivir instantes únicos que pudimos pensar ridículamente ingenuos que podían estar presentes para siempre. Podemos extrañar ese sentimiento de satisfacción que nos hacía sentir pletóricos de éxtasis, de agradecimiento, de felicidad, de saciedad.  La nostalgia me hace lamentar los hechos -que actualmente podemos no estar parcializados en decir si son resultados del infortunio o más bien de la fortuna- que originaron que hoy estemos añorando aquel momento, aquella persona, aquella situación o estadio, en vez de estarlo experimentando en la actualidad.   

A su vez, la nostalgia nos da rienda suelta para agradecer; si, agradecer el que nosotros hayamos sido protagonistas de una historia particular de éxito, de amor, de amistad, de dicha, de diversión, de placer, entre otras tantas que podamos catalogar como feliz, donde fuimos felices plenamente, pero que siguió el flujo normal de la vida. Esto de agradecer es importante hacerlo consciente, porque no siempre nos damos cuenta que es especial, que aunque nuestro deber y derecho como ser viviente es ser feliz, no todo el mundo toma la decisión de serlo verdaderamente aunque sea por un minuto.

Aunque mis ojos y mi ser se llenen de agua como un cenote al sentir nostalgia por un ser que no está hoy, por un momento de felicidad, por un instante mágico, por un hecho de consciencia absoluta, también me permiten agradecer porque hoy tengo un recuerdo satisfactorio de mi vida. Y ambas perspectivas me construyen. 


GM