jueves, 20 de octubre de 2011

Ironía

Con las pocas huellas que he dejado hasta el momento, me he dado cuenta de algo:
¡El ser humano es sorprendente!


Sorprendente por lo amplio y hermosa que es su mente, su corazón y lo sublime de su espíritu.

Pero también es sorprendente, porque aún siendo su esencia como la de un ave que tiene libertad para volar y recorrer el espacio que desee, es el mismo ser humano el creador y alentador de látigos, jaulas, y muertes sin vida. ¿Por qué privarnos de la felicidad?

Hay noches que ni la Luna puede acariciar, pero no es justo obligar a la noche a existir, cuando no es.

D.C.

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