domingo, 24 de marzo de 2013

Mi olfato y sus prisioneros ( I )


El sentido del olfato no es uno de los que tengo más desarrollados. Sin embargo, hay olores, fragancias, perfumes que son atrapados ferozmente por él y que me causan un divino placer. 

La sala de artes plásticas de algún museo me embelesa; ese olor a óleo seco, a tela manoseada, a imagen viva, a pincel  vestido, al ser desnudo, ese olor penetra en mis venas y las tiñe de colores infinitos; 

aquel olor inconfundible de un bebé acurruca mi corazón y me colma de inocencia, de ternura, de fragilidad, de belleza,  y así siento a la humanidad en mis brazos; 

ese olor a lluvia, a tierra húmeda, a  hojas llorando naturaleza, ese olor me lleva a mi infancia y me devuelve viva;

el olor de las páginas de libros, de libros vírgenes y putos; de ese olor mis pulmones, mi imaginación y mi corazón se alimentan; 

grande olor del mar, ese olor llena a mi espíritu de libertad, de sosiego, de misterio y de respeto; 

divino olor nuestro haciendo el amor, ese olor a movimiento, a sexo, a mi piel fundida en ti, olor de locura exquisita, de placeres, de adicción y  perdición para sabernos libres, sentidos, saciados y extasiados, comprendidos, humanos, amados...

Esos olores, esos son los olores que me cautivan y cautivarán inexorablemente. 


GM


No hay comentarios:

Publicar un comentario